Elegimos bien...

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domingo, 1 de diciembre de 2013

Carmen "Lizu" Salcedo

La Negra Salcedo, hoy
El apellido Salcedo es símbolo de militancia en Zona Norte.  Toda la familia tuvo y tiene militancia en el peronismo.
Carmen “Lizu” Salcedo militó toda su vida, desde los 12 años.  Integró la Juventud Peronista de Zona Norte de los años ’70. Al regreso de la democracia fue concejal del Municipio de Tigre, donde se destacó por luchar contra la persecución de los jóvenes de bajos recursos, a partir de ahí ocupó varios cargos ligados a lo social, como en la Secretaría de Minoridad y Familia de la Nación. Fue miembro del Consejo del Partido Justicialista. Fue elegida Diputada Constituyente en la reforma de la Constitución del año 1994. Se sumó al Proyecto Nacional y Popular que encabezó el compañero Néstor Kirchner desde sus comienzos. “Este es el Proyecto Peronista del nuevo siglo”, comentó sobre la actualidad histórica de este movimiento. Es miembro de la Comisión de Familiares de Desaparecidos de Zona Norte. Es Directora del Pami Tigre desde enero del 2010 nombrada personalmente por Néstor Kirchner.  En 2011, en las internas, fue pre candidata a intendente de Tigre por el Frente para la Victoria.
Recorrimos con ella toda la historia militante en la cual estuvo involucrada, junto con su familia.  Recordamos a sus tíos, integrantes del famoso “Operativo Cóndor” que allá por los 60 desvió un avión a Malvinas, así como a otros integrantes de su familia y compañeros de militancia de los ’70, muchos de los cuales continúan desaparecidos. 
Lizu: Nosotros somos una familia peronista, mi abuelo, Ramón Salcedo Figueroa, fue integrante del primer grupo que armó Perón, en el Colegio de Suboficiales Sargento Cabral.  Cuando Perón lo crea, manda una carta a las provincias para que se incorporaran los jóvenes, que tenían que dar un examen, haciendo la primaria o media primaria, para ingresar. Antes vos hacías la conscripción y después, de soldado conscripto, pasabas a ser cabo primero, cabo segundo, sargento  y así.  Pero Perón crea la escuela y mi abuelo, que era catamarqueño, viene a Buenos Aires para estudiar allí.  Obviamente, lo tiene como profesor a Perón.  En el ’50 mi abuelo se retira de la fuerza, porque, según le dijo a mi abuela, no quería que sus hijos se avergonzaran del uniforme que él llevaba.  Pide la baja, teniendo diez hijos.  No sé bien cómo fue la cosa, yo nací en el ’54.  Sí sé que mis tías iban al mismo colegio que Susana Valle, mis abuelos se conocían con los que después fueron asesinados en José León Suárez.
Mis abuelos tuvieron seis mujeres y cuatro varones. Toda la familia militaba, mi abuelo estuvo en la Resistencia Peronista, y como todos los de la resistencia se viene para la zona norte, porque era fácil escapar hacia las islas, en caso de necesitarlo. 
Mi viejo era escritor, le escribía los libretos de Minguito a Juan Carlos Altavista, por eso siempre él hablaba del barrio El Perejil.  Ellos estuvieron en el aire hasta el 76.  Mi viejo dejó de laburar porque Minguito decía “mi vieja, la Boca y Perón, un solo corazón”.  Por eso lo echan y se va a trabajar con Sofovich.  Se llamaba Roberto Peregrino Salcedo.
Uno de mis tíos, Edgardo de Jesús Salcedo, el 28/9/66, junto con Dardo Cabo y dieciocho compañeros más, secuestran un avión y lo desvían hacia las Islas Malvinas.  Entre los que fueron está Aldo, el gordo la Fabiana, (desaparecido de Astilleros Astarsa).  La militancia en esos años era algo de mucha amistad, éramos más que compañeros de militancia, una de las hermanas del gordo Aldo, por ejemplo, hizo mi vestido de quince; otra me peinó.  Era algo entre militancia y amistad, esa cosa que se daba siempre.
El 29/9/66, entonces, con motivo del secuestro del avión me piden que ayude en las pintadas, yo tenía 12 años.  Pero yo quería participar.  Y lo primero que hago yo es llevar unos volantes, calculo que serían unos doscientos como mucho, mimeografiados, era un paquetito que yo lo podía llevar.  Para mí, con esa edad, era la Revolución lo que yo estaba haciendo.  Fui hasta Retiro y en la Plaza de los Ingleses hicimos un acto relámpago.  Estábamos Carlos Alberto Dasso (Pocho), Cacho, Goyo, mi hermano desaparecido; Máximo Altieri, su hija Laura.  Éramos uno de Capital, otro de San Martín.  A mí más que esas tareas chiquitas no me daban, porque yo era muy muy pequeña.  Pero bueno, lo cierto es que a partir de esa fecha yo iba a todas las reuniones, como si fuera un cuadro político, discutía en un incipiente centro de estudiantes que había en Boulogne.  Yo estudié primero en kilómetro 30, en el colegio San Román, después me fui a Boulogne a uno que había centro de estudiantes.  Pero era la época de Onganía, así que mucho no se podía hacer.  Nos dejaban pasar películas y esas cosas.  Yo tocaba de oído, como se dice.
Después del secuestro del avión, todos los compañeros fueron presos a Ushuaia.  Cuando Edgardo sale, junto con Dardo Cabo, empiezan a armarse los primeros grupos políticos en Zona Norte.  El primero es “Los cabecitas negras”, integrado por Gerardo Burgos, Edgardo, Goyo, Pocho y yo cebaba mate (risas).  Casi todos familia, Pocho no, él era de San Martín, un sociólogo bastante reconocido.  Gerardo era de Florida, Altieri de Capital, no recuerdo si no estaba el negro José Sabino Navarro (de Vicente López) por ahí. 
Alfredo: Yo no lo conocí a Sabino Navarro, era muy jovencito en esa época, pero se hablaba mucho de él.
L: Era muy lindo (risas), motivo por el cual lo mandaron a Córdoba.  Era cierto que se necesitaba armar la organización allá, todo lo que quieras, pero…era travieso el negro.  Tuvo dos hijos, Javier y Camilo.  Javier que trabaja en la ESMA, se le parece mucho.  Yo soy amiga de la viuda.  Así que kilómetro 30, sobre la línea del Belgrano, era la base nuestra, armamos la primera Unidad Básica, que no podía tener ese nombre, la llamábamos Centro de ayuda escolar, o algo así.  Esto fue en el 70.  Era una UB encubierta, yo recuerdo que ahí lo conocí a Rodolfo Galimberti; a otro compañero que le decíamos Pato Viejo, (nunca recuerdo su nombre y apellido), falleció hace cuatro años.  Nosotros teníamos tanto un grupo territorial como un grupo armado.  Montoneros, una vez que surge como tal, empieza a juntar esos grupos autónomos.  Al poco tiempo lo matan a Gerardo Burgos junto con Escribano, cerca del aniversario de la muerte de Evita (julio del 71) y ahí ya empiezan las incorporaciones a la organización.  Vienen Luis y Miguel Beláustegui como responsables nuestros, y empezamos cada uno de nosotros a armar nuestros propios grupos.  Lo que se llamaba Unidad Básica Revolucionaria (UBR).  También se formaban Unidades Básicas de Combate (UBC).  Cada UBC tenía a su cargo una UBR y éstas tenían su grupo de adherentes, era territorial. 
En diciembre del 72 me mandan a San Fernando, con Carlos Osvaldo Acosta, (Diego-Calculín-Careta, le decíamos), que ya estaba prófugo, era mi compañero en ese entonces.  Éramos muy chicos, yo tenía 17 y él 19.  Cuando pensás en las edades, estábamos totalmente pirados, así que qué les puedo decir a mis hijos ¿No?  Por mi edad me quedo a trabajar la línea de lo que era la juventud, en la villa Arroyito.  Ahí había dos curas, Carancho y Miguel; dos médicas Lisa y Yoli, ésta última estuvo  Campo de Mayo; es la que lo cura a Scarpati cuando lo llevan detenido allí.  Él tenía once tiros en el cuerpo, lo tiraron pensando que se iba a morir.  En Campo de Mayo estaban las embarazadas, entonces Yoli les pedía comida, ya que a ellas les daban de comer un poco mejor, y medicamentos para Cacho Scarpati, así lo curó, de contrabando en el mismísimo Campo de Mayo.  Esto lo cuenta Cacho.  En un momento, a ella la suben a uno de los vuelos.  Lisa también está desaparecida.  También estaba Foca, Cacho el rubio.  En San Fernando hacíamos un trabajo bien territorial.  De todos estos sobrevivieron Cacho y los dos curas.  Con los curas nunca volvimos a tomar contacto.  Miguel era el que les prestaba la parroquia de Victoria a las Madres y lo trasladaron.  Y a Carancho, que era el director de primaria del colegio San Martín de Tours, de San Fernando, no sé si lo mandaron a Rosario.  Además, ¿Cómo voy a buscar al “cura Carancho”?  Estamos tratando de ubicarlo a través de una monja de San Fernando.  En esa época él tendría 30 años.  Creo que Miguel debe haber dejado los hábitos, era mayor que Carancho.  Estaba enamorado de una monja, nosotros le hacíamos gancho, obviamente  Una vez fueron al cine juntos, fue todo un acontecimiento. 
Nosotros teníamos una posición más movimientista con respecto a la organización.  Cuando me voy de kilómetro 30, en el 72, se estaba haciendo la unificación de FAR y Montoneros.  A mí me parecía una locura, porque nosotros éramos peronistas y ellos no; se notaba en el documento que se firmó cuando se hizo la unificación.  FAR sostenía que había que ingresar al peronismo como una etapa de la revolución, etapa que debía ser superada para pasar al socialismo.  Muy antiperonistas, las FAR.  Yo recuerdo que el documento era un mamotreto enorme, y yo les marcaba “esto es peronista, esto no es peronista”.  Cuando el Pepe (Firmenich) estuvo en Devoto, yo lo iba a ver todos los miércoles para que me explicara eso.  Lo que él decía era que había una fuerza de 10.000 tipos armados, que o se fusionaban o se cagaban a tiros entre ellos.  Iban a terminar matándose cuando el enemigo no era ni Montoneros ni FAR.  Por eso se hizo la unión.  A mí no me gustó eso, yo no estuve de acuerdo.  Yo tengo una mirada peronista. 
Había mucha gente de la Zona Norte que era muy peronista y muy ligada a la base, entonces llevabas el mensaje de la gente de los barrios, donde no se entendía muy bien lo de la unificación.  A mí me toca la fusión y me mandan a San Fernando, donde teníamos una UBC y varias UBR’s.  Ellos lo que hicieron fue subir a los cuadros más formados como combatientes y empezaron a tener como cuadros de combate a compañeros que no tenían el nivel.  Ahí nos joden, porque si había combatientes iban a ser los dirigentes de nuestros grupos.  Ellos eran mucho más militarizados y nosotros veníamos de grupos más católicos, el tema de dar la vida por una causa pero no matar por ella, toda una cuestión menos militarizada, si se quiere.  Para nosotros había mucha diferencia, confiábamos más en el ida y vuelta con la gente del barrio, éramos menos militaristas y el sector de FAR era más combativo.  Nosotros hemos levantado operativos cuando veíamos que ponían en riesgo la vida de alguien que no tenía nada que ver, nuestra consigna era contra las cosas y no contra las personas.  Y hemos levantado cosas porque justo se había quedado el portero, o el de limpieza, y esas eran las grandes discusiones que teníamos, que eran fuertemente ideológicas.  Yo estuve en Arroyito, mi compañero también, pero a él más que nada estaba a cargo de armar el Movimiento Villero Peronista, así que estaba tanto en Arroyito como en Garrote; yo estaba más ligada al tema JP; también me pidieron que organizara el tema de la mujer; pero yo, con 17 años, qué podía saber.  No podía hablar nada de la problemática de la mujer.
A: Quería saber si podías comentar algo más del Movimiento Peronista Villero, es algo que me interesa mucho desde el punto de vista de la historia y la memoria. Me parece que fue algo revolucionario en esa época, el compromiso y la organización que se armó en las villas.
L: Si, porque además la de Garrote estaba muy ligada, por una cuestión del tren, a la de Retiro, o sea que los compañeros estaban conectados y tenían un movimiento muy fuerte.  Entre los que estaban en el MVP: Aparicio Acevedo, el Beto; el compañero Pulga, que lo levantan en Uruguay con el Plan Cóndor; mi compañero, Carlos, a quien levantan en Capital.  Se trabajaba mucho, los programas de alfabetización, sanitarios.  Se desarrollaron en kilómetro 26, Garrote, Arroyito, en San Jorge.  Incluso había salitas de primeros auxilios.
A principios del 73 un grupo de compañeros, entre los que me contaba, empezamos a tener diferencias.  Se discutían mucho las críticas que se le hacían a Perón.  A nosotros nos cambiaban de responsable muy seguido, dado que cada vez que mandaban a uno para ver si nos alinéabamos y terminaba siendo convencido por nosotros y llevando nuestras posturas a la mesa, entonces mandaban uno nuevo y seguían, se ponían locos.  Lo que rompe del todo esto fue el tema de la muerte de Rucci, porque era incomprensible en ese momento político.  El viejo lo había mandado a negociar no sé qué cosa a Oriente, y se lo mata un día antes.  Después de esto pasa lo de la plaza (el 1/5/74), se genera la división entre leales a Perón y no leales. En Lealtad fuimos cuatro gatos locos: Pato Galmarini, Marcela Durrieu, Luis Beláustegui, el Gato, el Oso, te puedo decir todos los que éramos.  Los documentos aparecían, los hicieron el Gato y el Oso, firmaban Montoneros -Lealtad.  Esto fue casi conjunto con el discurso del 1° de mayo, alineándonos con Perón, nosotros no concebíamos cuestionar a las decisiones de Perón.
Entonces yo me quedo con Lealtad y mi tío Hugo también, muy pegado a la iglesia él.  Mis tíos eran todos seminaristas y mis tías todas estudiaron para monjas, también.  Y mi abuelo era milico, ¡a ver! (risas)  El que fue a Malvinas fue disfrazado de cura, hablaba en latín todo.  Bueno, con esto de lealtad sí, lealtad no, nos alejamos de los territorios, prácticamente.  Es casi simultáneo con el tema del pase a la clandestinidad, fueron todos procesos muy rápidos.  Se empezaron a armar pibes sin experiencia y sin ser cuadros políticos; antes había una responsabilidad en eso, no se les daban armas a los menores de 18, tenías que hacer un montón de tareas antes, relevamientos, contar gente.
A: Se dice mucho desde la derecha que en esa época a los jóvenes nos apretaban para que tomáramos las armas.  Yo lo que recuerdo es que se trataba de que aquél que sabía mucho de política agarrara los fierros y al revés, el que estaba muy militarizado, que fuera a los libros y estudiara política.  Yo recuerdo que en una reunión, había una  piba joven, que ya estaba lista para el combate, y dijo que no.  Que no estaba de acuerdo, que no podía, y se le respetó la decisión.  Lo que yo creo es que no tenías mucha alternativa a ir armado, porque si vos ibas a hacer una pintada, te encontrabas con el otro que te quería matar, no te quedaba otra.  La bonaerense en esa época no te paraba y  te decía: che, muchachos, qué están haciendo.  Te sacudían, a veces la violencia venía de muchos años, del 55 para acá, los bombardeos.  Creo que el común de la gente no ve la historia completa, como para entender.  Y había que defenderse, no era que vos salías armado para atacar a los demás, era un medio de defensa.
L: Yo no me voy a olvidar del grupo de pibes.  Si yo tenía 17 años, te imaginás que el grupo era de los 14 a los 20, la  más grande era Rufi que tenía 21.  Yo iba a hacer una pintada tonta, por así decir, y les explicaba a los pibes como si fuera un operativo, un comando, los pibes sin fierros.  Me acuerdo una noche, en medio de la avenida Constitución, en San Fernando, había mucho silencio, y cuando pasaba así a mí me daba un mal presentimiento, me inquietaba, más que por la cana por el CdeO (Comando de Organización).  El Gato, que era responsable de la JP de Tigre, y había ido armado, hizo circular a los patrulleros apuntándolos con  una ametralladora.  Casi lo mato.  Tenías esas cosas de determinados compañeros, yo quería hacerle entender que estábamos con chicos que eran nenes, de 14 años.  Los canas se fueron y no mandaron a nadie, algo milagroso.  Otra vez, el Gallego, que era delegado del sindicato municipal de San Fernando, recuerdo como si fuera hoy, sacó la pistola, la puso en la mesa del living de la casa y se va a una reunión.  Yo le digo a mi compañero, este se va solo, sin nada. Decidimos seguirlo.  Vamos hasta la calle 3 de Febrero, por ahí creo que quedaba el sindicato municipal.  El Gallego, cuando va entrar, se encuentra con un tipo que sale y le pone la pistola en la cabeza, dispara pero la bala no sale, el tipo coloca el cargador de nuevo y dispara.  De arriba lo empezaron a ametrallar y nosotros, que veníamos atrás, nos parapetamos atrás de unos árboles, lo llamábamos al Gallego para que se acercara a nosotros.  Así que fijáte, estamos hablando de sindicalismo con ametralladoras, armando un tiroteo para matar a un compañero, nosotros con una 22, nada.   Así eran las cosas.  Es increíble cómo sobrevivimos algunos, cómo la vida fue diciendo este queda, este otro también, pero aquéllos no.  Impresionante. 
Después del 1° de mayo del 74 viene toda la discusión de Lealtad, todo el pase a la clandestinidad.  Para mí era fácil, yo tenía otro nombre, estaba en otro lugar.  Pero el tipo que estaba en el barrio, ¿cómo hacía?  No podía.  Había que armar otra estrategia, no sé si la había.
A: Se armó tanto revuelo, tantas cosas muy trágicas en tan poco tiempo, que no se tuvo la posibilidad de armar otra estrategia.
L: Seguro.  Porque pasaron tres años y parece que hubiera sido un siglo.  Por la forma de laburar, no parabas nunca, siempre militando, y los sucesos políticos, como el rodrigazo y todo eso, pegaban permanentemente, tenías que evaluar las situaciones constantemente.  Yo me voy a fines del 74, principios del 75, me vuelvo a Kilómetro 30, con mi compañero, que se quería enganchar con el ERP 22, porque venía más del trotskismo; yo me quedo en Lealtad.  El se va al ERP, después se pasa a un grupo muy chiquito, el GOR (Grupo Obrero Revolucionario), que serían 100 en total, hay un sobreviviente que aparentemente era el responsable de mi compañero, yo le escribí pero jamás me contestó.  A mi compañero en el GOR lo conocían como “el pibe de Sanidad”.  Lo fueron a buscar a la casa el 29 de julio de 1976.  Nosotros ya nos habíamos separado, se lo llevan en Capital a una cuadra de Jonte y Nazca.  A la madre se la habían llevado dos veces, en el 72 y el 73.  Yo me voy de San Fernando, me pongo a laburar en una fábrica, al poco tiempo salgo delegada, tenía 19 años.  Era la fábrica Ingea, una metalúrgica en Munro.  En esa época estaban haciendo una planta nueva acá en Pacheco, y yo venía a ver cómo avanzaba la construcción, por el tema de seguridad e higiene laboral.  Cada mes veníamos con la comisión interna a ver cómo iba la obra. 
En enero del 76 se hace una reunión de la familia, porque algunos habían quedado dentro de la organización y otros afuera.  Mi casa siempre estuvo involucrada con todo.  Un día, yo volvía de trabajar, de la fábrica; y en mi cama se estaba haciendo la posta sanitaria de un operativo.  La médica que estaba a cargo, Yoli, me pregunta qué hacía yo ahí, le devolví la pregunta aclarándole que estaba en mi casa.  Se cruzaban mucho las cosas.  Se usaba mi casa, porque teníamos además la Unidad Básica en el mismo terreno.  O sea que no estaba muy claro quién se había ido, quién se había quedado, estaba todo mezclado.  Cacho venía a mi casa tratando de convencerme para que volviera a la organización, porque se habían ido muchos compañeros.  Bueno, entonces a principios del 76, mi tío Edgardo, pide que yo no aparezca por los círculos familiares, de hecho yo no fui al casamiento de él, por ejemplo.  No quería que si a alguno de nosotros nos estaba siguiendo, quemara la posición de los otros.  Yo no fui tampoco al casamiento de Goyo.  Cuando yo me casé, creo que en mayo, una de las tantas fotos, ves de lejos la cabeza de Edgardo, pero no entró a la iglesia ni nada.  Edgardo pidió además que si le pasaba algo a él, nos quedáramos nosotros con Gerardo.  El error nuestro fue que como la familia Cacabelos lo pierde a Josesito, a Inés que después la cambian por Cecilia, y más tarde a Esperanza, nosotros decidimos que lo críen los abuelos maternos.  Un desastre pobre pibe, le hicieron la cabeza mal durante más de veinte años, hasta que fallece su abuelo y me vino a ver pidiéndome que le cuente cómo había sido la historia de sus viejos.  Por eso Gerardo está militando fuerte recién ahora.  Imagináte que a los padres los matan delante de él, cuando tenía dos años.
A: ¿Podrías explicar un poco que quisiste decir con eso del “cambio” de Cecilia por Inés?
L: Se llevan primero en abril a José, lo hacían hablar por teléfono todas las semanas, a la casa.  En medio de la tortura le preguntaron cómo la ubicaban a la hermana.  El les dijo que la hermana bajaba todos los días a tal hora de tal colectivo cuando volvía del colegio.  Pero él tenía una hermana de 14 y otra de 16, a esta última era a la que buscaban; se llevan a la de 14 y se dan cuenta del error.  Incluso a José, que tenía 19, lo vieron que lo llevaban por Km 30 en un Ford, para que marque casas.  Se llevan a Inés, entonces; estuvo en la ESMA.  Llaman y le dicen al padre “Nos equivocamos, queremos a Cecilia”.  El padre le dice a Cecilia que se entregue, que por su culpa se habían llevado a su hermana.  El padre lleva a Cecilia, le entregan a Inés y nunca más se supo de los demás.  Esto fue todo para octubre del 76 más o menos, que en la ESMA hay como una limpieza de gente, en donde están José y Cecilia Cacabelos, Jorge Zupán, que era de Vicente López y estaba haciendo la conscripción, el padre de Jorge, que era compañero mío de colegio.  El 12 de Junio se lo llevan a Goyo de Boulogne, lo pasean por las casas de cada una de mis tías, delante de sus sobrinos,  todo golpeado.  Lo buscaban a Edgardo.  Lo pasearon de un viernes al lunes.  Tenemos la sospecha de que fue a parar a la fábrica de tanques, en Boulogne.  De ahí no hay ningún relato de ningún sobreviviente.  Se escuchaban tiros de ahí, permanentemente.  Tengo un relato de unas empleadas de Péculo, el dueño de cochería Paraná, que tiene una sucursal enfrente del batallón.  Péculo era peronista y medio amigo de la parte derechosa de mi familia, de la época de la resistencia.  Una de las empleadas me dijo que vieron una vez gente que se escapaba, que el de la guardia les disparó.  Había una especie de zanjón en el lugar.  Cuando caen, el primero que lo hace queda debajo de sus compañeros; aparentemente ese sobrevivió.
El hecho de que estuviera la fábrica en Munro y la construcción acá a mí me salva la vida.  Porque yo en el 75 laburaba y estudiaba de noche, me dan fecha para examen, después del 24 de marzo.  Llamé para avisar que no podía ir a trabajar.  Ni se aparezca, me dijo Daniel, el hijo del dueño.  Porque me habían ido a buscar los del sindicato con un jeep del ejército.  Me comenta que se llevaron a los chicos de Bendix.  Yo tenía 20 y Daniel tenía 21 o 22.  Me dijo que había hablado con el padre, que había sido de la UIA, y que no querían que a ninguno de los delegados de la empresa les pasara nada.  Y un  día se apareció en mi casa y me trajo la plata del sueldo. 
El 12 de junio de 1976 lo llevan a Goyo, y el 12 de julio los matan a Edgardo y Esperanza delante de Gerardo, el hijo.  Y lo tienen al nene una semana más o menos y se lo entregan a mis tías. El caso de Edgardo y Esperanza fue incluido en el juicio a los comandantes. A Edgardo, que había sido seminarista, el director del colegio Don Bosco de San Isidro, el padre García, lo llama y le dice que se vaya porque lo estaban buscando para matarlo.  Eso antes del golpe.  El cura le dio plata, pasaporte, que se fuera ahora.  Edgardo le dijo “Vos me enseñaste a dar la vida por mis hermanos.  Jesucristo lo hizo y yo voy a hacer lo mismo.  Pero antes me voy a llevar a alguno”.  Y así fue, le pegó un tiro en las bolas a uno de los milicos, que después estuvo en Malvinas.  Entonces era una forma de demostrar que los mismos que habían estado en la represión fueron después a Malvinas.  El primer juicio se hace tomando el caso Salcedo - Cacabelos, así lo vas a encontrar, yo tengo incluso la pericia forense, todo.  Una primera versión era que ellos habían metido al nene en la bañadera y lo habían cubierto con colchones, una cosa así.  Pero un policía declaró que no fue así.  Que el ataque a la casa empezó a la mañana y terminó como a las dos de la tarde, tiraron con bazukas, estaban los agujeros en el balcón.   Esto fue en Santa Fe y Oro, en Capital.  El balcón estuvo un montón de años con el agujero en el piso.  Ese departamento se lo venden después a un amigo de mi viejo, que le cuenta que había conseguido un departamento baratísimo, que tenía un agujero que no sabía qué había pasado, en el balcón.  Por eso nadie lo quería comprar.  Y cuando va mi viejo, se da cuenta de que era donde habían muerto ellos.
A: Podrías comentar un poco más eso de la “limpieza de la ESMA”.
L: Claro, en ese mes llevaban gente de la ESMA a Campo de Mayo, y la custodiaban los tipos para ver si se conocían o no.  Decían que Campo de Mayo era más terrible, los lastimaban mucho.  Para que los de la ESMA lo tuvieran como “guardería”, fijáte lo que sería.  Y hay una camada que desaparece, hay testigos de que estuvieron, en ese mes, en octubre.  Desaparecen Josesito, la hermana, Jorge Zupán y su padre, unos cuantos.  De la misma ESMA.  Lo trasladaron, los llevaron al avión, no se sabe qué pasó con ellos.  Pero ese mes, si le preguntás a Maco, hay una barrida de gente.  Por ejemplo que a Cecilia Cacabelos la viola el propio Massera en “Capuchita”, está en los relatos, en un libro que se llama Juicio al horror.  Y Strassera, el fiscal, empieza diciendo: “En lugares como Capuchita, Cecilia Cacabelos de 16 años fue violada por el propio Massera, también habían desaparecido su hermano y su novio”; hace todo el relato de eso.  Porque se trabajó mucho con el caso ese.  Y Cecilia es la hermana de Esperanza, la que “devuelven” es Inés, que trabaja en la ESMA ahora.  El padre y la madre seguían diciendo que lo que les pasó fue por ser subversivos.  Cuando asume Néstor, tanto la madre como Inés escriben una carta, cerca del 24 de marzo, no recuerdo si fue cuando bajó los cuadros, una cosa así.  Dicen “nosotras recién ahora nos sentimos dignas por nuestra familia, siempre nos avergonzamos de nuestros desaparecidos”.  Néstor Kirchner los llama por teléfono y les da las condolencias, e Inés empieza a trabajar en la ESMA.  Siempre putearon, siempre éramos nosotros los negros, peronistas.  Y Gerardo se acuerda de eso, no se podía hablar de la familia Salcedo en la casa de los abuelos.  Incluso hay un chico, Héctor Rodríguez, hermano del actor, Miguel Angel, que es periodista.  Un día me vino a ver.  Me contó que ellos se iban de vacaciones con los Cacabelos, al mismo colegio que ellos también.  Cuando desaparece José les decían que había que rezar por los chicos.  Iban a misa, todos los domingos a rezar por ellos.  Pero nadie les explicó por qué rezaban, nunca supieron que estaban desaparecidos, pensaban que habían tenido un accidente.  Después, de grandes ya, se enteraron.  Imagináte que Cecilia estaría en cuarto año, como mucho.  Miguel Angel Rodríguez es el yerno de Minguito, mi papá trabajaba con él, y nunca se habló de desaparecidos.  Es terrible eso, el silencio.  En los 80, desde el peronismo, no se hablaba de los desaparecidos.  Y yo no iba a no hablar de eso.  A mí me pasó una cosa muy terrible.  En esta zona, esta casa era la única que había, no tenía en los 70 ni portón, ni cerco, nada; era todo césped.  El pasto lo cortábamos desde acá hasta la ventana del vecino, que era  primo de mi primer marido legal, Harold Knikel. Vivía junto con Graciela, su mujer, era piloto de Aerolíneas.  No pasaba nadie por acá, todo el mundo agarraba la Pacheco.    Tiene dos nenas adoptadas, una en el 76 y otra en el 78.  Para mí son hijas de desaparecidos, ya lo llevé el caso un millón de veces, pero no me dan pelota.  Bueno, en ese tiempo con ellos teníamos una relación de invitarnos a comer a una casa y a otra, te imaginás que yo no decía nada de los desaparecidos de la familia.  Éramos dos parejas jóvenes, así que conocíamos a los amigos de cada de cada una.  Un día aparece un tipo, y cuando se va, viene Graciela.  Me dice “No sabés todas las cosas que me contó Coco.  Harold siguió la carrera militar, ahora es piloto civil, pero formado en aeronáutica.  Y este tipo fue compañero de él.  Contó que tiran gente al mar, que los torturan.  Son todos subversivos.  Yo me voy a lo de mi vieja porque estoy descompuesta con todo lo que me contó, avisale por favor a mi marido cuando venga.”  Se fue.  Viene el marido, lo traía un chofer, y me pregunta qué le pasó a la mujer.  “La llamé desde aeroparque y estaba como loca mi mujer, ¿qué dice que dijo Coco?”.  Cuestión que aparece este Coco de nuevo, al rato aparece Harold acá, me pide una aspirina: “Yo no sé si Coco estaba drogado o borracho, me contó torturas, me duele la cabeza de las barbaridades que dijo”.  Yo le dije, mirá, es así, hay muchos desaparecidos.  El preguntó cuántas personas podrían ser, 100, 200.  Le contesté que lo que nosotros sabíamos era que se trataba de unas 3800.  No me podía creer.  Nunca pude cerrar esa historia, porque lo único que sé de él es el sobrenombre, Coco, y que vivía en Olivos.  Harold y Graciela se mudaron, después.  Para mí era terrible, yo pensaba que era probable que ese hijo de puta estuviera torturando a mis familiares.
Bueno, después en el 78/79, los compañeros me llamaron para ver si podía darles apoyo en la contraofensiva, yo les dije que no.  Me parecía una locura, para mí se tenían que preservar.  Igual vinieron, fundamentalmente a Zona Norte, no sé si se acuerdan cuando hacían las interrupciones del mundial.  En medio de las transmisiones pasaban “Comunicado Montonero. Patria o muerte”. Eran cortitos los mensajes, pero interferían.  Sobrevivieron muy pocos, el gordo Emilio, Cecilia Calcagno, el Chiqui Falcone.  Todos se vinieron para Zona Norte. 
¿Por qué vuelven?  A mí me contaban: “Negra, sabés lo que es estar en Suecia, con todo el confort, tenemos televisores que a Argentina no llegan, microondas, todo lo que se te ocurra.  Allá estamos en la época de las cavernas.  Acá estamos en departamentos espectaculares, los chicos tienen profesores de lo que se te dé la gana.  Te ofrecen trabajar o estudiar, y te pagan”.  Ellos no podían soportar, sabiendo que acá te estaban levantando la familia, estar allá rodeados de todo eso, sin hacer nada.   
La contraofensiva se realiza por la presión de la gente que estaba exiliada sobre la dirigencia, que no evaluó la situación.  Por otro lado, los mismos tipos que estaban torturados y presos, cuando escuchaban los tiros de los fusilamientos, pensaban que era un operativo de los compañeros, que los iban a sacar, a rescatarlos. Fijáte cómo tenían distorsionada la visión de lo que estaba pasando.    Y los que estaban afuera decían, preferimos morir en Argentina que quedarnos acá.
Recuerdo el caso de Cecilia, que de Suecia no se trajo ni un alfiler. Tuvo cinco hijos, la primera nació en Córdoba, la segunda, cuyo padre es Emilio Pérsico, nació en Suecia.  La tercera nace en Nicaragua.  Los otros dos los tuvo acá.  La que nace en Suecia, que de chiquita tenía una voz de pito, te contaba todo ese lío familiar de una manera muy graciosa. 
A: En cierta manera me reconforta escuchar que los compañeros que participaron en la contraofensiva no vinieron obligados, sino que ideológicamente sentían que tenían que continuar la lucha como fuera.  Hay mucha distorsión sobre este tema.  Además, ellos tenían mucho más claro que nosotros lo que estaba pasando acá.  Yo creo que la dirigencia de ese momento, Firmenich, Perdía, Vaca Narvaja, no merece todo lo que se dice de ellos.  Jamás escuché que dijeran que se quedaron con el vuelto de nada, Perdía vino acá y se puso a laburar de lo mismo que hacía antes de todo.
L: Es así.  El Vasco (Vaca Narvaja) tiene una gomería.  Volvió ahí, nos juntábamos en la gomería.  Pero además tienen personalidades muy distintas.  Yo creo que el tipo más inteligente que conocí en mi vida es Pepe Firmenich.  Mirá que como constituyente conocí a un montón de gente; otro que es súper inteligente, del Opus Dei, que fue ministro del interior de Menem, Barra, también, es una bestia.  Es un tipo joven, aunque parece mayor, cuando fue constituyente, tendría 44 años, pero tenía un equipo del Opus Dei, que eran increíbles.  Tenía que leer algo y con un vistazo, ya detectaba errores.  Los demás constituyentes discutían basados en los libros de Barra.  Pepe también, el Vasco es más operativo.  Pepe está más en una posición filosófica, si vos lo vas a ver y no hablas de contexto internacional, no te dirige la palabra, así que por lo menos, andá con el diario leído.  Después pasa a Latinoamérica, luego Argentina y termina con Buenos Aires, si querés.  Pero el tipo siempre en los primeros veinte minutos discutí internacional.  Él es soberbio, a muchos les molestaba eso, a mí no.  Se pone en Perón, habla como él, con sus gestos.  Pero es un tipo maravilloso.  Cuando fui a la Convención Constituyente se lo comenté, porque él escribió mucho sobre la Constitución.  Me fui a Santa Fe para las sesiones y no lo vi por unos meses.  Me encuentro con un compañero que me dice “Negra, tengo material tuyo”.  Resulta que yo había salido en los diarios, en varias revistas, y el Pepe se las compró todas y guardó todos los recortes de las noticias donde yo aparecía.  Yo le dije después que se hacía el duro, pero era cariñoso.  Tengo algunas fotos de él cantando y tocando la guitarra.  Tiene esos gestos, pero siempre está con esa distancia.  El Vasco es muy militarizado.  Y con Perdía siempre queremos armar cosas, pero no lo llego a entender, no comprendo bien qué quiere.
También me llevaba muy bien con Galimberti, venía a casa.  Andaba prófugo en la época de Antonio Cafiero, por el único lugar que podía circular era por la provincia de Buenos Aires, así que lo teníamos siempre acá.  El Loco tenía un grupo chico de amigos, y el resto era enemigo.   Pero bueno, estaba loco, si estabas del lado de enfrente, era tremendo.  En 1971, más o menos, él estaba en JAEN (Juventud Argentina por la Emancipación Nacional), con Otacehe.  Sacaron unos documentos bárbaros, pero no hicieron otra cosa.  Estaba Jorge Villarruel, de Rincón, Marcos Zuna, gente de Tigre, y nosotros lo apretábamos para que pusieran en acción lo que decían por escrito.  Era como animémonos y vayan.  Esas son las primeras cosas que hacíamos, actos relámpagos, las cebollitas para romper vidrios en Coelho. 
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La charla comienza a ser interrumpida porque van llegando los hijos de Lizu, ya pasadas las 10 de la noche.  Nos saludan con un “Buenas noches, compañeros”.  La Negra nos dice “Acá militamos todos”.  Todos los pibes vienen de alguna actividad.  Siguen militando los Salcedo, como desde hace más de 50 años…
Le agradecemos a Lizu por su tiempo y por compartir con nosotros su historia, que es nuestra historia, para que queden siempre vivas en nuestra memoria las luchas que nuestro pueblo ha venido librando desde siempre para hacer un país más justo y solidario; así como los nombres de aquellos que las han llevado a cabo.



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